La tarde coruñesa nos recibió con una luz suave, casi líquida, que acariciaba los alrededores de la Torre de Hércules. Allí comenzó el viaje visual de Josué: la piedra, el viento y el mar como testigos de una mirada que buscaba revelarse ante la cámara. Después, el escenario cambió. La intimidad de una habitación se convirtió en espacio de exploración: luces bajas, fondos oscuros, piel y respiración. Entre sombras y destellos, el cuerpo habló sin palabras —en gestos, en tensión, en silencio.
Fotografías en color y blanco y negro se entrelazan como dos formas de la misma poesía: la del cuerpo que habita la luz, y la del fotógrafo que la interpreta. El resultado es una serie que invita a mirar sin prisa, a dejarse tocar por la belleza serena de lo humano.
Contacto de Josué en IG: @josugs98_



























