Con Guille nos encontramos en los alrededores de la Torre de Hércules, un lugar donde la luz parece tener vida propia. La sesión se desarrolló al ritmo del viento y del mar, en ese momento del día en que el sol comienza a caer y todo se tiñe de tonos dorados mirando hacia Riazor.
Más que una sesión, fue una conversación entre el modelo y el entorno: gestos naturales, miradas que se pierden en el horizonte, movimiento y calma en perfecta armonía. Guille supo conectar con la cámara desde la autenticidad, dejando que cada fotografía contara algo sin necesidad de palabras.
El resultado es una serie de retratos con atmósfera, textura y emoción; imágenes que reflejan el poder de la luz atlántica y la belleza de lo simple.
Modelo: @_guillermo.re

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